La Segunda Reunión de Estados Parte del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) concluyó el pasado 1 de diciembre con una contundente declaración conjunta y la adopción de una serie de decisiones entre las que destaca la condena unánime a la disuasión nuclear y el compromiso de los Estados de trabajar junto a científicos, ICAN y el Comité Internacional de la Cruz Roja para “desafiar el paradigma de seguridad” basado en esta doctrina al que se aferran y reivindican los países que poseen armas nucleares y sus aliados.
“Lejos de preservar la paz y la seguridad, las armas nucleares se utilizan como instrumentos políticos, vinculados a la coerción, la intimidación y el aumento de las tensiones. La renovada defensa, insistencia e intentos de justificar la disuasión nuclear como una doctrina legítima de seguridad da un falso crédito al valor de las armas nucleares para la seguridad nacional y aumenta peligrosamente el riesgo de proliferación nuclear horizontal y vertical”, declaran los Estados Parte en el texto final de la declaración.
El documento, que lleva por título Nuestro compromiso de mantener la prohibición de las armas nucleares y evitar sus consecuencias catastróficas, resume las razones por las que es necesario acabar con la “amenaza existencial que las armas nucleares suponen para la humanidad”. Los Estados Parte señalan que la disuasión nuclear es un problema para la seguridad humana y un obstáculo para el desarme nuclear y ratifican su “compromiso inquebrantable de deslegitimar, estigmatizar y eliminar totalmente las armas nucleares.”
“Un paso altamente significativo”
La directora ejecutiva de ICAN, Melissa Parke, calificó la reunión de exitosa. Según Parke, “la condena de la doctrina de la disuasión nuclear por los miembros del TPAN en su reunión de las Naciones Unidas en Nueva York es un paso altamente significativo. Nunca antes un tratado de la ONU había denunciado la amenaza que la disuasión nuclear supone para el futuro de la vida en nuestro planeta. La disuasión es inaceptable. Se basa en la amenaza de librar una guerra nuclear que acabaría con la vida de millones de personas y provocaría un invierno nuclear y una hambruna masiva que, según investigaciones recientes, mataría a miles de millones de personas”.
Hacia la universalización
Para la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), esta Segunda Reunión de Estados Parte “ha demostrado que el TPAN sigue fortaleciéndose”. En la reunión participaron un total de 92 países, incluidos, en calidad de observadores, algunos miembros de la OTAN o aliados de Estados Unidos como Alemania, Bélgica, Noruega o Australia.
El TPAN sigue también avanzando hacia su universalización. Durante la reunión varios Estados observadores anunciaron su intención de unirse al Tratado. Con ellos se dará la circunstancia de que más de la mitad de los miembros de las Naciones Unidas lo habrán firmado o serán parte del mismo. Por otro lado, también manifestaron la próxima ratificación del TPAN Brasil, Djibouti, Guinea Ecuatorial, Mozambique y Nepal, además de Indonesia, cuyo Parlamento ha aprobado recientemente la ratificación.
El TPAN como impulsor de la evidencia científica sobre el impacto de las armas nucleares
Uno de los aspectos más novedosos del TPAN es la inclusión de la evidencia científica en la conversaciones. Para ello ha resultado esencial la creación, el trabajo y el diálogo con el Grupo Asesor Científico, el primer cuerpo científico internacional creado con la finalidad de avanzar hacia el desarme en el marco de un tratado multilateral. Su papel en esta Segunda Reunión ha puesto en evidencia la relevancia de esta iniciativa.
Por primera vez en la historia de un tratado sobre desarme nuclear, el debate sobre los impactos humanitarios de las armas nucleares se trasladó a la sala del plenario. En ella, el Grupo Asesor Científico presentó su informe en el que recogen nueva evidencia sobre los múltiples e interconectados efectos que tendría un enfrentamiento con armas nucleares. Este grupo de expertos planteó la necesidad de elaborar por parte de las Naciones Unidas y, en la línea de los informes del IPCC, un nuevo estudio global sobre las consecuencias de una guerra nuclear.
El papel de las comunidades afectadas
A lo largo de la semana los Estados Parte y observadores también han podido escuchar los testimonios de miembros de las comunidades afectadas por el uso, los ensayos o el desarrollo de armas nucleares, tanto en el plenario, donde presentaron una declaración conjunta, como en los eventos paralelos.
Estas comunidades y pueblos indígenas reiteraron sus peticiones de reconocimiento de los daños causados, su derecho a ser reparadas y a la restauración de sus territorios, bajo los artículo 6 y 7 del TPAN, y la necesidad de poder acceder a los registros oficiales y a que haya más investigación sobre los efectos del legado nuclear.
Los Estados Parte reconocen en su declaración final las catastróficas consecuencias de las armas nucleares otorgándoles un lugar “central en las políticas sobre desarme, subrayando el coste humano de las armas nucleares y la necesidad de proteger la vida humana y el medio ambiente”.
Una campaña vibrante
Durante una semana Nueva York ha sido el corazón del movimiento por el desarme nuclear. Más de un centenar de organizaciones de la sociedad civil han participado en la Reunión de Estados Parte pero sus acciones han ido más allá de las paredes de la sede de las Naciones Unidas.
La ciudad ha sido el escenario de actividades culturales, manifestaciones, exposiciones, conciertos, proyecciones… Hasta 65 eventos han trasladado a las calles el mensaje de lo que estaba sucediendo dentro de la ONU con la participación de decenas de jóvenes junto a activistas veteranos y a sobrevivientes nucleares. Todos ellos han demostrado la determinación y la salud vibrante de la que goza el movimiento global por la eliminación total de las armas nucleares.