La Alianza por el Desarme Nuclear está presente en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York, la ciudad donde nacieron las armas nucleares y donde, este lunes 27 de noviembre, arrancaba la Segunda Reunión de Estados Parte del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN). A lo largo de la semana, los delegados de los Estados Parte, los Estados observadores y miembros de la sociedad civil, científica y sobrevivientes de los bombardeos y ensayos nucleares revisarán el progreso en la implementación del Tratado y acordarán las acciones a seguir para continuar fortaleciéndolo.
La sesión de apertura contó con la participación de la Alta Representante de las Naciones Unidas para Asuntos de Desarme, Izumi Nakamitsu, del Comité Internacional de la Cruz Roja, de la directora ejecutiva de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), Melissa Parke, y de Sueichi Hidankyo, secretario general de Nihon Hidankyo y sobreviviente del bombardero atómico sobre Nagasaki.
Parke resaltó en su declaración el impacto que, pese a llevar tan solo tres años en vigor, está teniendo el TPAN y su valor como herramienta de descolonización y reparación. «A través del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares buscamos emancipar a la humanidad de la siempre presente y creciente amenaza de la aniquilación nuclear, una amenaza perpetuada por un pequeño número de Estados en detrimento de todos nosotros», dijo. Parke agradeció a los Estados Parte su liderazgo, urgió a los signatarios a ratificar el Tratado y, tras valorar el compromiso constructivo de los no-signatarios presentes como observadores, les instó a «anteponer los intereses de la humanidad». «Todas las especies sufrirán los daños de una guerra nuclear y solo una puede evitarlo», concluyó.
En esta Segunda Reunión de Estados Parte, presidida por México, el debate sobre los impactos impactos humanitarios de las armas nucleares se ha trasladado por primera vez en la historia de los foros sobre desarme nuclear a la sala del plenario, donde se ha podido escuchar a miembros de la comunidad científica y académica hablar sobre los riesgos de las armas nucleares.
A lo largo de sus intervenciones en el debate general los representantes de los países han expresado su apoyo al TPAN, su preocupación sobre el peligro de la amenaza nuclear y las consecuencias humanitarias y medioambientales de las armas nucleares y han deslegitimado la teoría de la disuasión nuclear como estrategia de seguridad.
La reunión es también un espacio importante para escuchar los testimonios en primera persona de las víctimas de los bombardeos y de los ensayos nucleares, que han presentado una declaración conjunta firmada por 26 organizaciones de comunidades afectadas, con el apoyo de otras 45 entidades aliadas.
El texto, leído por Benetick Kabua Maddison, director ejecutivo de MEI (Marshallese Education Initiative), recordaba los impactos compartidos del legado nuclear: «Somos personas unidas por lo que las armas nucleares han causado. Nuestras vidas, nuestras tierras, nuestras aguas y nuestras comunidades cambiaron para siempre por el desarrollo, los ensayos y el uso de armas nucleares. Nuestras luchas contra la violencia radiactiva han continuado durante décadas, a lo largo de generaciones».