Con una capacidad explosiva de 360 kilotones, sería 22 veces superior a la bomba que destruyó Hiroshima
La Campaña Internacional para la Prohibición de las Armas Nucleares (ICAN), de la que forma parte la Alianza por el Desarme Nuclear, ha condenado los planes de Estados Unidos de construir un arma nuclear de nueva generación para sus bombarderos pesados, como el B2 y el bombardero furtivo B21, actualmente en desarrollo.
La nueva bomba B61-13 tendría un poder destructivo de 360 kilotones, 22 veces más que la bomba que arrasó Hiroshima y mató a 140.000 personas en 1945. Este anuncio forma parte de los planes de modernización del arsenal nuclear de Estados Unidos, cuya bomba B61-12 ya está siendo desplegada en las bases de la OTAN en Bélgica, Alemania, Italia, Países Bajos y Turquía.
La directora ejecutiva de ICAN, Melissa Parke, ha condenado la medida: “Se trata de una escalada irresponsable de la nueva carrera armamentista nuclear en la que Estados Unidos adelanta a otros Estados con armas nucleares en la modernización de sus arsenales. Pedimos a Washington que cancele este programa y sus otros planes de modernización y que en su lugar cumpla su compromiso con el TNP de entablar conversaciones para lograr el desarme nuclear”.
Según Parke, el uso de este tipo de armas “supondría la muerte indiscriminada de civiles y la destrucción de infraestructuras civiles críticas, hechos que constituirían crímenes de guerra. Anunciar este plan en medio de conflictos en Europa y Oriente Medio en los que están implicados países con armas nucleares refleja una actitud arrogante ante los esfuerzos para garantizar que estas armas de destrucción masiva no vuelvan a utilizarse nunca”.
La bomba que planea construir Estados Unidos sustituiría, según la Federación de Científicos Estadounidenses (FAS), a la B83-1, cuyo futuro ha sido objeto de controversia política entre el Congreso y la Casa Blanca.