Entrevista a Carme Suñé (Fundipau): desmontando la teoría de la disuasión nuclear

21/12/2023 | Noticias

Fuente original: Xarxanet 
Por Jorge Salas
ICAN | Darren Ornitz

La búsqueda de un mundo libre de armas nucleares ha sido el foco de atención de tratados y alianzas basadas en la ley internacional humanitaria durante las últimas décadas. Entre ellos se encuentra el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), una iniciativa que busca la eliminación total de estas armas a través de su prohibición y que recientemente ha vivido su segunda conferencia —en Nueva York—. En la segunda reunión han participado parlamentarios de diferentes países (firmantes y no firmantes del tratado), y han tenido mucho que ver plataformas como la de la Alianza por el Desarme Nuclear.

Fundipau es una de las entidades que lucha activamente por el objetivo de conseguir una sociedad libre de la amenaza nuclear. «Formamos parte del grupo motor que planifica la estrategia de incidencia política y de sensibilización a la opinión pública sobre el gran riesgo y la amenaza que supone la existencia de armas nucleares, y la necesidad que el Gobierno español firme el Tratado y lo ratifique», explica Carme Suñé, presidenta de Fundipau.

El papel de Fundipau en la Alianza por el Desarme Nuclear solo se puede entender en el marco de sus cuatro décadas de trabajo en favor de la construcción de una sociedad de un mundo sin violencia y en paz. No hace demasiado —el mayo de 2023—, Fundipau publicó ‘Pendiente de Firma‘, una recopilación de argumentos humanitarios, climáticos, políticos y legales para firmar el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN): desde los dilemas de la geopolítica hasta el papel del mundo local, pasando por la vulneración de los derechos humanos y los efectos sobre las mujeres.

ICAN | Darren Ornitz


Qué es el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares?
Para entender la evolución del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares y los resultados de su segunda reunión —celebrada del 27 de noviembre al 1 de diciembre en la sede de Naciones Unidas—, es necesario abrir el libro por la primera página. «Es el tratado de desarme nuclear que tiene como objetivo la total eliminación de las armas nucleares mediante su prohibición», señala Carme Suñé, que además añade: «es el único tratado de desarme nuclear que está basado en la ley internacional humanitaria».

Además de prohibir el uso de armas nucleares, transferirlas, producirlas, almacenarlas o estacionarlas en otros países, también es pionero en su perspectiva de género: «reconoce específicamente el daño desproporcionado que la radiación ionizante provoca en las mujeres y las niñas». Además de prohibir, el tratado contiene advertencias positivas. «No todo es prohibir, sino que también hay dos artículos que contienen previsiones que hacen referencia al reconocimiento y compensación a las víctimas del uso y las pruebas con armas nucleares, y a la reparación de los entornos contaminados», añade Carme Suñé.

En la actualidad, 69 países han ratificado el tratado y 93 lo han firmado, pero a veces la realidad se impone como una losa: ninguno de ellos es un estado con armas nucleares. «Sería fundamental que los nueve estados nucleares (Estados Unidos, Rusia, Francia, Reino Unido, China, Pakistán, India, Corea del Norte e Israel) lo firmaran y lo ratificaran», asegura la presidenta de Fundipau, que también recuerda los países miembros de alianzas militares y nucleares (como la OTAN). «El mero hecho de poseer armas nucleares ya supone un riesgo que sean utilizadas», concluye Suñé.

Una posición basada en la doctrina de la disuasión
«Ellos consideran que la doctrina de la disuasión nuclear es la única que puede ofrecer seguridad». Y qué es esa doctrina? «Armémonos con armas nucleares, porque el hecho de tener armas nucleares es lo único que evitará que se acaben usando». Pero Carme Suñé, Fundipau, la Alianza por el Desarme Nuclear y toda la campaña internacional se encuentran en las antípodas: «creemos todo el contrario, que solo la existencia de las armas nucleares ya conlleva que exista el riesgo de que sean usadas».

ICAN | Darren Ornitz


Con todo, la Segunda Reunión del Tratado en Nueva York dio sus frutos. «En términos generales creo que se cumplieron las expectativas porque uno de los objetivos era avanzar con la universalización del tratado y que todos los Estados partes se comprometieran a hacer más esfuerzos para hacer incidencia política con otros Estados que no han firmado», resume Suñé, que también destaca como «aspecto capital» el hecho de haberse producido el compromiso para fijar un «calendario concreto» para establecer los fondos internacionales que servirán para implementar todas las medidas.

Otro paso adelante ha sido la presencia de una delegación de 23 parlamentarios de 14 países diferentes —países que no han ratificado el tratado— que elaboraron una declaración pidiendo que sus países se adhieran. Entre todas ellas no había ninguna representante española: «desgraciadamente, a pesar de que desde la Alianza por el Desarme Nuclear presionaron todo el que pudimos, no conseguimos que ninguna parlamentaria del Estado español asistiera», reconoce Carme Suñé.

El caso español: ser miembro del OTAN no impide firmar el tratado
Sin embargo, a pesar de que Suñé señala la dificultad de involucrar en tan poco tiempo a un gobierno que se constituyó a mediados de noviembre, la realidad también muestra que España nunca ha firmado el Tratado. A pesar de que no tiene armas nucleares y tampoco las tiene estacionadas en su territorio. ¿Entonces? «El Estado español forma parte de la alianza militar de la OTAN, y todos siguen las indicaciones del hermano grande: los Estados Unidos», aclara Carme, que explica que el gobierno norteamericano ya presionó en los países del OTAN en el nacimiento del Tratado.

«El hecho de ser miembro de la OTAN no impide de ninguna forma poder firmar y ratificar el TPAN». La presidenta de Fundipau lo deja muy claro, y especifica que, en este caso, es «puro seguidismo» porque uno de los principios del tratado consiste en no estacionar armas nucleares en el territorio: «como no las tienes tampoco habría ningún problema». Así que su labor, y la de la Alianza por el Desarme Nuclear, es presionar al Gobierno español para que se alinee con los preceptos del Tratado.


«Enviamos cartas a los representantes de los partidos catalanes en el Congreso, organizamos unas visitas de incidencia política en Madrid. Nos recibió el director general de no proliferación nuclear del Ministerio de Asuntos Exteriores y también nos recibieron en el Congreso de los Diputados». Carme Suñé repasa la prolífica materialización de esta presión institucional, aunque lo tiene claro: «es muy lento y cuesta muchísimo, pero es ir picando piedra».

El futuro de la lucha: estigmatización, desinversión y justicia nuclear
El futuro exige continuar picando piedra. Desde Fundipau, Carme Suñé no quiere hablar de esperanza: «quiero hablar de continuar trabajando para conseguir cada vez más». La estigmatización y la deslegitimación son dos de los pilares fundamentales de las campañas para prohibir las armas nucleares. «Hace diez años quedaba muy bien, en el ámbito geopolítico y estratégico, tener armas nucleares, pero cada vez están más estigmatizadas y tenemos que continuar por aquí, pero es un proceso muy largo», reconoce Suñé.

La lucha contra la proliferación de las armas nucleares tiene muchos focos, y es necesario actuar en todos. La desinversión y la justicia nuclear –comunidades afectadas por décadas de ensayos en territorios coloniales— son aspectos también fundamentales. «Por ahora ya se ha conseguido que más de 100 fondos de inversiones y de pensiones hayan desinvertido en empresas y productos que tienen alguna relación con la producción o la investigación sobre armas nucleares», revela Suñé.

Comparte este artículo