Dos años después del inicio de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, el riesgo de uso de armas nucleares continúa aumentando, mientras que la amenaza inminente de su uso prolonga este conflicto con un elevado coste civil. Los Estados con armas nucleares y sus aliados vacilan entre condenar las amenazas nucleares y participar en prácticas irresponsables como alojar armas nucleares y defender la disuasión nuclear. Pero el resto del mundo está reaccionando, condenando estos comportamientos y exigiendo la eliminación total de estas armas de destrucción masiva a través del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN).
Según Melissa Parke, directora ejecutiva de ICAN: “Esta terrible guerra, con el empleo del chantaje nuclear y las amenazas abiertas de utilizar armas nucleares, es una llamada de atención que el mundo debe atender: mientras los países con armas nucleares se aferren a sus arsenales y a la equivocada doctrina de la disuasión, nos enfrentamos a la probabilidad de que estas armas se utilicen tarde o temprano. Las armas nucleares deben abolirse antes de que sea demasiado tarde”.
La escalada del riesgo nuclear
Tras las amenazas explícitas iniciales de Vladimir Putin de utilizar armas nucleares, en los últimos dos años hemos sido tetigo de cómo los Estados con armamento nuclear y sus aliados han seguido erosionando el tabú nuclear. La escalada de la retórica nuclear no sólo se ha visto en Rusia (Medvédev hizo amenazas explícitas estos días), sino también en Israel y Corea del Norte, y en los recientes llamamientos de políticos polacos y alemanes y de dirigentes de la OTAN a favor de un arma nuclear europea. Las amenazas nucleares aumentan las tensiones en un entorno ya de por sí peligroso, reducen el umbral de uso de las armas nucleares e incrementan enormemente el riesgo de conflicto nuclear y catástrofe mundial.
El riesgo también se eleva por la práctica irresponsable de compartir o estacionar armas nucleares, que parece ir en aumento. En junio de 2023, Vladimir Putin dijo que Rusia había entregado sus primeras armas tácticas a Bielorrusia, aunque no está claro cuántas armas nucleares se transfirieron. Se trata de una escalada temeraria y peligrosa que fue ampliamente condenada. Pero para los Estados de la OTAN, y en particular para los cinco Estados que albergan armas nucleares estadounidenses, limitarse a condenar el intercambio nuclear ruso sin tomar ninguna medida es insuficiente e hipócrita. Sobre todo cuando Estados Unidos y el Reino Unido también parecen explorar el regreso de las armas nucleares estadounidenses a Lakenheath. Alojar armas nucleares complica la toma de decisiones y aumenta el riesgo de errores de cálculo, de comunicación y de accidentes potencialmente catastróficos. Es hora de poner fin a esta práctica que amenaza la paz y la seguridad y nos pone a todos en peligro.
La teoría de la disuasión y los que se lucran con las armas nucleares en el centro del problema
El recurso al chantaje nuclear por parte de Rusia en el contexto de la guerra de Ucrania ha demostrado la naturaleza defectuosa de la disuasión nuclear que, en lugar de garantizar la estabilidad, dio a Rusia la cobertura para comenzar su brutal y devastadora invasión. Sin embargo, las amenazas nucleares de Rusia no han logrado disuadir a Estados Unidos y a los países europeos de suministrar a Ucrania armas y dinero para luchar contra Rusia.
Dados los conflictos actuales en curso, en los que están directamente implicados dos Estados con armas nucleares, está claro que la disuasión nuclear no mantiene la paz. Los Estados de la OTAN están cayendo en el juego a Putin al insistir en que las armas nucleares son un elemento disuasorio necesario. Esto sólo refuerza la posición de Putin de promover ahora su propia “disuasión”, cuando, por el contrario, rechazar la disuasión y reforzar el tabú nuclear limitaría sus opciones.
Mientras tanto, el conflicto también ha acelerado la carrera armamentística nuclear mundial. Los nueve estados con armas nucleares aumentaron el gasto hasta los 82.900 millones de dólares en 2022. Como resultado, la industria de las armas nucleares se ha beneficiado descaradamente de la preocupación mundial por la guerra nuclear. Desde inicio del conflicto en Ucrania y el aumento de las tensiones nucleares que le siguió, los beneficios de las empresas que producen armas nucleares se dispararon, con un aumento de 15.700 millones de dólares en la tenencia de acciones y bonos, y de 57.100 millones de dólares en préstamos y suscripciones.
La respuesta global a la amenaza nuclear: el TPAN
La manera de responder a un mayor riesgo de guerra nuclear no es aumentar los arsenales ni amenazar con represalias nucleares. La respuesta es que todos los países condenen las amenazas nucleares, pongan fin a su dependencia en la disuasión nuclear y se adhieran al Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares de las Naciones Unidas (TPAN). El TPAN prohíbe específicamente la amenaza de utilizar armas nucleares, así como la práctica irresponsable del estacionamiento nuclear.
Todos los Estados con armamento nuclear deben tomar medidas urgentes para rebajar la tensión y abandonar la peligrosa doctrina de la disuasión nuclear; el desarme nuclear debe ser un elemento esencial de una paz negociada entre Rusia y Ucrania. El desarme nuclear multilateral es la única garantía para evitar que otros países con armamento nuclear sigan el ejemplo de Rusia y utilicen sus armas nucleares como escudo para cometer crímenes de guerra y aterrorizar a la población civil. Unirse al TPAN es un paso crucial para deslegitimar la disuasión nuclear y eliminar las armas nucleares.
A lo largo de los dos últimos dos años, los Estados parte del TPAN han sido fundamentales para hacer frente a todas y cada una de las amenazas nucleares y desafiar la falsa narrativa de la disuasión nuclear. En la Primera Reunión de Estados Parte, celebrada en 2021, condenaron inequívocamente “todas y cada una de las amenazas nucleares, ya sean explícitas o implícitas e independientemente de las circunstancias“. En la Segunda Reunión, en Nueva York, acordaron “desafiar el paradigma de seguridad basado en la disuasión nuclear destacando y promoviendo nuevas pruebas científicas sobre las consecuencias humanitarias y los riesgos de las armas nucleares y yuxtaponiéndolas a los riesgos y supuestos inherentes a la disuasión nuclear“. Es hora de que todos los Estados responsables se unan a la TPNW.