Tres años después de la entrada en vigor del Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN), los estados de la OTAN, entre ellos España, ni lo han ratificado ni muestran intención de hacerlo. Nos encontramos en un contexto en el que el riesgo nuclear se ha rearmado y en el que urge recuperar la lucha social por el desarme
El movimiento por la paz tuvo un papel socialmente relevante con la oposición de la instalación de misiles norteamericanos en suelo europeo. Fueron años de grandes protestas. Acabada la guerra fría se rebajó el peligro de guerra nuclear y se inició un periodo de reducción del arsenal nuclear entre los Estados Unidos y Rusia.
Las grandes movilizaciones se acabaron, pero el movimiento antinuclear continuó trabajando. Se orientó para presionar a los estados y las Naciones Unidas por que este armamento se prohibiera. La sociedad civil dio a la campaña un enfoque humanitario, poniendo sobre la mesa los efectos sobre la población de los ensayos nucleares y de las dos bombas: Hiroshima y Nagasaki.
Lentamente, se consiguieron apoyos de estados no nucleares. Finalmente, en 2017, la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó un Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) y en enero de 2021 entró en vigor. Los estados que tienen armas nucleares y los que forman parte del OTAN, no quisieron participar en la votación del TPAN, no han firmado el Tratado y no tienen intención de hacerlo. Pero las organizaciones sociales somos persistentes y presionamos para que lo firmen y, cuando menos, asistan a las sesiones de los Estados parte de revisión del TPAN; que vayan como observadores.
Desde hace tres años, las armas nucleares ya están prohibidas, son armas ilegales. Cada estado que ha firmado el TPAN se ha comprometido a no desarrollar, ensayar, fabricar, adquirir, almacenar, estacionar, usar o amenazar con armas nucleares. Cada Estado se ha comprometido a eliminar los programas nucleares, a desactivar las armas nucleares y a destruirlas de manera irreversible. El Tratado también obliga los estados a proporcionar asistencia tanto a víctimas como a los estados signatarios del Tratado que se vieran afectados por su uso y para la restauración del medio ambiente.
Esta nueva norma internacional ha sido pionera para cambiar el debate; que el punto central no sea la seguridad sino los efectos sobre la humanidad de las radiaciones ionizantes. Dar visibilidad a las víctimas, obligar a reparar los daños a las personas o al medio ambiente ha sido un gran giro en el enfoque de la acción social. Algunos consideran este tratado como feminista, puesto que hace hincapié en el impacto de las radiaciones en el cuerpo de las mujeres y niñas o en la salud reproductiva. Pero sobre todo, cambia el discurso, que no se centra en la disuasión nuclear ni en la geoestratègia, sino en los efectos humanitarios de las radiaciones.
En los debates previos a la aprobación del TPAN nos decían que “los hombres de verdad protegen su país”; que para afrontar estas cuestiones hay que ser razonable, realista y pragmático. Aquellos que aportan una visión humanitaria se consideraba que defendían posiciones débiles, irracionales, que no eran realistas y que eran emocionales e, incluso, afeminados.
Hace muchos años que el tono de las declaraciones sobre el uso de este tipo de armamento no era tan elevado, ni plausible la posibilidad que sea utilizado en un ataque de ira o de despecho.
Ya tenemos un Tratado, y es un paso, pero los retos continúan y son grandes. En primer lugar, hay que destacar la retórica, el incremento de declaraciones de políticos abogando por el uso de las armas nucleares: Putin ha puesto en alerta máxima sus dispositivos nucleares, Biden anunció que respondería si Rusia usaba sus armas nucleares, el ministro de defensa de Israel mencionó que las podría usar en Gaza.
Hace muchos años que el tono de las declaraciones sobre el uso de este tipo de armamento no era tan elevado, ni plausible la posibilidad que sea utilizado en un ataque de ira o de despecho. De nuevo la retórica de las armas nucleares socava la paz y la seguridad mundial.
En segundo lugar, destaca la rotura y deterioro de canales de diálogo: el Tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM) acordado el 1972 y roto en 2002, cuando los Estados Unidos se retiró; los acuerdos de conversaciones sobre la limitación de armas estratégicas (SALT) también se rompieron; ahora, en 2023, los Estados Unidos suspendieron el diálogo bilateral de estabilidad estratégica con Rusia. Rusia anunció que suspendía la participación en el Tratado sobre Medidas para la Reducción y Limitación de Armas Estratégicas Ofensivas (Nuevo START), el último tratado de control de armas nucleares que quedaba y que limitaba las fuerzas nucleares entre Rusia y los Estados Unidos. También se han suspendido las conversaciones sobre el tratado de seguimiento del Nuevo START.
Los nueve estados nucleares llevan a cabo un programa de actualización y modernización de los arsenales y en algunos casos de ampliación de las capacidades
Durante la guerra fría había más canales de diálogo sobre armamento nuclear que en la actualidad. En la medida en que los canales de comunicación se cierran o no funcionan, el riesgo o el peligro que se usen estas armas ante un error de cálculo, un malentendido, un accidente o un pronto de ira, es más grande que nunca. Todo parece indicar que la política de estos estados se aleja cada vez más del compromiso de desarme del TPAN, del objetivo de desarme del Tratado de No proliferación Nuclear (TNP) y también del cumplimiento del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE). Necesitamos que no se rompan las pocas estructuras de diálogo y que no se socaven los tratados vigentes.
En tercer lugar, hay que tener muy presente que los nueve estados nucleares llevan a cabo un programa de actualización y modernización de los arsenales y en algunos casos de ampliación de las capacidades. En 2022, estos nueve países gastaron 82.900 millones de dólares. Los países con armas nucleares están modernizando sus bombas, creando una nueva generación de bombas, con menor carga fisible, más versátiles, dotadas de sistemas de navegación de última generación, incorporando la inteligencia artificial. En definitiva, armas de nuevo diseño tácticas llamadas de “primer golpe” que podrían hacer más creíble su uso.
Hay que destacar el resurgimiento de conceptos que parecían del pasado, que parecían obsoletos, como la disuasión y el paraguas nuclear […] Ha vuelto la retórica de la guerra, la retórica de prepararse por la guerra, de incrementar el gasto en innovar armamento y adquirir armas.
En paralelo, están renovando los bombarderos y submarinos dotados de misiles nucleares. Hay que añadir que países como China, Corea del Norte, India o Pakistán han incrementado su arsenal nuclear. En cuanto a Estados Unidos, en 2023 han sustituido las armas nucleares en suelo de Bélgica, Alemania, Países Bajos, Italia, Turquía y Reino Unido, por armas nucleares de nueva generación.
En cuarto lugar, hay que destacar el resurgimiento de conceptos que parecían del pasado, que parecían obsoletos, como la disuasión y el paraguas nuclear. El Nuevo Concepto Estratégico del OTAN actualiza o pone al día el concepto de disuasión: “La postura de disuasión y defensa de la OTAN se basa en una combinación adecuada de medios de defensa nuclear, convencional y antimisiles, complementada con medios espaciales y cibernéticos” ; “Reforzaremos significativamente nuestra postura de disuasión y defensa para privar a cualquier adversario en potencia de cualquier oportunidad de agresión. Con ese fin, nos aseguraremos una presencia significativa y persistente en tierra, mar y aire, incluso por medio de una defensa antiaérea y antimisiles integrada y reforzada”.
Ha vuelto la retórica de la guerra, la retórica de prepararse por la guerra, de incrementar el gasto en innovar armamento y adquirir armas.
A los activistas por la paz nos motiva la visión de un planeta más allá de la guerra y sin armas nucleares. Los activistas por la paz continuaremos trabajando porque creemos que es posible construir un mundo mejor y porque creemos en la urgencia del cambio. Los que defienden las armas nucleares nos dicen que no somos realistas y que somos ingenuos. Con la implementación del TPAN tenemos una oportunidad increíble para confrontar e interrumpir esta narrativa dominante y mostrar la efectividad de la acción colectiva para la seguridad y la paz global.
Llevamos 80 años con capacidad de destruir la vida del planeta, derrochando recursos humanos, científicos, económicos y ambientales. En la cumbre de la OTAN los estados miembro llegan a acuerdos para invertir en tecnología y actualizar el armamento nuclear. En la COP28 los líderes mundiales no alcanzaron compromisos para llevar a cabo las acciones necesarias para mantener la vida en la Tierra, demostrando nuevamente su prioridad irracional de mantener la capacidad de destrucción ante la prioridad de mantener la vida de las personas y el planeta.